Santa María Jus del Castillo, o de la Judería

Consagrada como iglesia de "Santa Maria y de Todos los Santos", el templo que desde tiempos remotos se conoce como "Santa María Jus del Castillo" fue erigido sobre el solar en el que se levantaba la Sinagoga de Elgacena.



Esta fotografía, tomada desde el Castillo de Zalatambor, explica el por qué de su nombre: Santa María Jus (ius) del Castillo = Santa María debajo del Castillo.

Desde la formación de la villa de Estella en el siglo XI, una importante comunidad de judíos se estableció junto al burgo de San Martín, a los pies del castillo de Zalatambor, formando en el barrio alto de Elgacena, u Olgacena, la primera y más antigua judería del reino de Navarra.



Tomada desde el Castillo, en esta fotografía de Domingo Llauró (1961) se ve el convento de Santo Domingo antes de su restauración, y la iglesia de Santa María Jus del Castillo, conocida también como Santa María de la Judería.

Pero el desarrollo de la población franca fue tan espectacular, que apenas cincuenta años después de que al burgo de San Martín se le otorgara fuero, para facilitar su expansión el rey García Ramírez el Restaurador trasladó la judería (necesitada de más espacio) a un emplazamiento más alejado, y en 1135, en recompensa de los muchos servicios que le habían prestando y le seguían prestando los varones de Estella, les dio la villa de Elgacena, que fue de los judíos («que fuit de illos judeos»).



Otra fotografía antigua de Santa María y Santo Domingo. Bajo ellos, el pequeño "Barrio alto", o Elgacena, donde se asentó la primera judería de Navarra.

Diez años más tarde, el noveno día de las calendas de septiembre (24 de agosto) de 1145, el mismo rey cedió al obispo de Pamplona la sinagoga y otras dependencias de la extinta judería, para que en sufragio por el alma de Margarita, su primera esposa, la purificase, convirtiera en iglesia, y consagrase en honor de la Madre de Dios y Omniun Sanctorum.

Vinculándola al obispado de Pamplona, compensaba a la Iglesia por el amparo y protección que el monarca daba a los judíos estelleses.



Junto a Santa María, a la derecha de la fotografía se ve el resto del muro meridional del convento de Santo Domingo. Muro derribado para levantar la residencia de ancianos.

Así comienza la historia de la cuarta parroquia de la ciudad por orden de antigüedad, que mantuvo su actividad hasta 1881.

Año en el que tras varios intentos de suprimirla, a lo que los vecinos se opusieron con éxito, el Estado, que a partir de la Desamortización pagaba el gasto de culto y clero, la suprimió y fue absorbida por San Pedro de Larrúa.

A partir de entonces pasó a ser una iglesia sin apenas culto, y, tras la restauración terminada en 2006, acoger la exposición Navarra Románica: reino, cultura y arte, compuesta por el material audiovisual creado para la exposición temporal La Edad del Reyno de Sancho III el Mayor, celebrada en Pamplona ese mismo año.



Planos de alzado y planta de la iglesia. En color lila he superpuesto el de la antigua sinagoga, cuyos restos son, hasta la fecha, los únicos encontrados en Navarra de un templo judío. El eje de la nave está ligeramente desplazado hacia el sur respecto al eje de ábside, obligado, al parecer, por los muros de la sinagoga. Los planos son de la Institución Príncipe de Viana.

Atendida por la asociación estellesa de Amigos del Camino de Santiago-Centro de Estudios Jacobeos, la exposición se articula en tres partes:

La primera versa sobre la dinastía navarra, la evolución del territorio y la pirámide social del reino.

En la segunda se muestra la pluralidad de las lenguas habladas en el antiguo reino, la actividad cultural de los navarros en épocas pasadas, y una maqueta de la Estella medieval.



Construida en dos etapas, a finales del siglo XII se levantó el ábside, para el cual el artífice, formado al parecer en el taller que construyó el claustro de San Pedro de Larrúa y el Palacio de los Reyes, tomó como referencia el de la vecina San Miguel Arcángel.

Finalmente, en el tercer ámbito se muestra la relación del arte románico con la Ruta Jacobea, maquetas de los monasterios de Leire y La Oliva, vídeos, proyecciones sobre el patrimonio navarro, y un frontal virtual con imágenes de la Majestad de Dios en diferentes manifestaciones artísticas.



En una segunda etapa, a principios del XIII se completaron los muros laterales, y se hicieron las bóvedas tomando el modelo de Irache y aprovechando capiteles y ménsulas ejecutados con otro fin. El ábside, que se cubre con bóveda de cuarto de esfera, tiene dos molduras: una bajo las ventanas, decorada con bolas, y otra en el arranque de la bóveda.

Volviendo al pasado del templo, se cree que la sinagoga fue consagrada al culto cristiano, agregándole un ábside que, edificado sobre la roca madre, está en un plano superior al de la nave.

Años más tarde, a finales del XII el conjunto fue demolido, y en el solar se levantó la iglesia de una sola nave que ahora contemplamos, lo que contrasta con las otras iglesias de la ciudad, que son de tres naves.



Tomada por José Esteban Uranga a mediados del siglo XX, en la fotografía (Institución Príncipe de Viana) se ven los altares que se trasladaron a la iglesia nueva de Andosilla. La pintura de las paredes y bóveda fue realizada en 1773 por unos italianos, y siete años más tarde se construyó el camarín o baldaquino de la Virgen, obra de Juan Bautista de Abaroa. El altar de Santa Lucía, a la izquierda, es renacentista y conservaba la policromía original.

Aunque hay autores que consideran que el templo se construyó en una sola etapa, parece probable que fuera en dos.

En la primera, a finales del siglo XII se levantó la cabecera y parte de los muros perimetrales, y en la segunda, de principios del siglo XIII, o avanzado éste, se terminó y cubrió la nave.

La nave tiene una anchura de 8,35 metros, y la longitud total del templo es de 27,30. Dimensiones que la colocan en una posición intermedia entre las grandes parroquias estellesas y los templos rurales.



Las semicolumnas que se adosan al exterior del ábside son características de Tierra Estella, y su número en este templo, poco habitual en el románico navarro, responde al modelo utilizado en la parroquia estellesa de San Miguel Arcángel. Sobre ellas descansan sendos capiteles (en la fotografía) con motivos vegetales.

El muro del lado norte carece de ventanas, lo que es normal en el románico navarro, mientras que el del lado sur tiene una de considerable dimensión.

La nave se divide en tres tramos, y los nervios de la crucería tienen sección cuadrangular propia de finales del XII y principios del XIII.

El hecho de que los arcos fajones arranquen a mayor altura que los nervios, constituye una solución muy parecida a la que vemos en la nave central de Irache, adoptada en las primeras bóvedas de crucería utilizadas en los templos.



El ábside lo remata una cornisa apoyada en canecillos con formas esquemáticas de tradición románica.

En los muros laterales hay dos puertas situadas junto a las pilastras. La del lado norte remata en un arco de medio punto, y la del sur en arco apuntado.

No es frecuente la presencia de tres puertas en templos parroquiales, y aún menos el que una de ellas se abra en el tramo anejo a la cabecera, hecho que puede estar motivado por la existencia de esos vanos en la antigua sinagoga.



Todos los canecillos son distintos, y en ellos encontramos todas las posibles combinaciones de rollos y medias cañas, así como losanjeado, ajedrezado, pencas vueltas con hojas o acompañadas de palmetas, tonel con pipeta,  frutos, doble zigzag y puntas de clavo.

El 29 de marzo de 1265, el rey Teobaldo II de Champaña, devoto y protector de los religiosos de la Orden de Grandmont (ver nota), donó a fray Pero Miguel y fray Fortunio, hermanos entre sí, la iglesia de Santa María -que no era suya-, y una viña para que edificasen un monasterio.

Los grandimontinos permanecieron en Estella hasta algún año antes del 1307, y parece que no llegaron a poseer la iglesia, erigiendo en sus proximidades un pequeño oratorio que no se ha conservado.



Una cornisa de palmetas adorna los contrafuertes que conectan la cabecera y la nave. Los remata un motivo con hojas en espiral, que a través del maestro que construyó el claustro de la catedral románica de Pamplona llegó a Navarra desde Toulouse.

Si contemplamos su desarrollo parroquial, vemos que desde principios del siglo XIV la advocación de Todos los Santos desapareció, pasando a ser nombrada como Santa María Jus del Castillo.

Nombre que responde a su situación física al pie del conjunto castral de la ciudad.



Tumbas halladas durante la restauración del templo (Fotografía de la Institución Príncipe de Viana). Es una pena que habiendo material suficiente, el Gobierno de Navarra no haya editado un libro, como sí ha hecho con la catedral de Tudela y San Saturnino de Artajona.

La atendía un vicario, nombrado por el obispo a propuesta del vecindario, y la sede pamplonesa tenía derecho a percibir los diezmos y censos de la parroquia, lo que al parecer nunca hizo, pues junto a la del Sepulcro era la más pobre de Estella. Hecho que no impidió que dispusiera de su propio hospital.

Su corto número de habitantes dificultaba el desarrollo de su actividad, por lo que en 1648 el visitador de la diócesis ordena, so pena de excomunión, que nadie se excuse de ser mayordomo.



Portada barroca que sustituyó a la primitiva, de la que sólo se conserva el crismón.

En 1634 se describe en estos términos: «Hay tres altares: Santa María, Santa Catalina, Santa Lucía, y la fábrica tiene de renta 400 reales.

Vicario, don Pascual de Mazas, 25 años, de epístola. Sirve por él don Pedro de Iturmendi (como veremos más adelante, este señor fue uno de sus mayores benefactores), y vale sirviéndola 40 ducados.

Hay doce parroquianos, y una capellanía de doce ducados, que la representa el vicario».



Curioso ejemplar de crismón trinitario, del siglo XIII, de tipo muy poco frecuente. Carece de brazo horizontal, y los brazos de la X se unen en la parte inferior rodeando la S, y en la parte superior no llegan al círculo exterior.

Casi un siglo después, en 1733 se dice que en la «parroquia hay una vicaría, que es provisión del ilustrísimo de este obispado; cuatro capellanías fundadas por don Pedro de Iturmendi, la una de 500 ducados agregada a la vicaría, otra de 2.600, otra de 2.100 y la otra de 1.000, cuyas provisiones hacen el dicho vicario, mayordomo de dicha parroquia y uno de los capellanes, como patronos. Así bien hay 19 vecinos, 54 personas de comunión».



En esta fotografía de 1954, cortesía de María Luisa Pagés, se aprecia con claridad la unión de la fachada barroca con los muros románicos, y pone de manifiesto la primitiva existencia de una portada monumental románica, que en época barroca fue sustituida por la actual.

En 1770, ante el primer intento de suprimirla, se dice que tiene 16 vecinos, con 55 personas de comunión (dos años más tarde se comprobó que sólo tenía 12 vecinos y 40 personas de comunión); unos diezmos de cien reales anuales, que el rey incrementa en 101 por su casa mayor dezmera elegida en la parroquia. El vicario percibe 1.086 reales anuales, con la carga de 384 misas, por lo que con merma de sus ingresos tiene que delegar en otras personas parte de su celebración.

Tiene tres capellanías (una con el título de sacristán, que asiste al vicario en el altar, y las otras dos con el título de capellán mayor y menor, que deben cantar en el coro) fundadas en 1659 por Pedro de Iturmendi, con 5.400 ducados de capital total, la carga de pagar 5 ducados anuales al médico que asiste a los enfermos pobres de la parroquia, y la obligación de pasarlas a San Miguel y a Santo Domingo si se suprime la iglesia. Además, tiene otra capellanía, de 300 ducados, fundada por Juan de Arínzano.

Finalmente, el vicario dice que para celebrar los oficios dignamente son necesarios por lo menos cuatro ministros, y él necesita 140 ducados de plata de renta líquida una vez deducidas todas las misas menos las conventuales.



Vista la fachada desde el interior, en el machón de la izquierda, a considerable altura, hay un vano trilobulado, propio del siglo XIII, por el que se accede a la escalera de la torre.

A finales del siglo XVIII, el vicario Joaquín Ganuza, que disfrutó del cargo durante 20 años, sacó licencia para adquirir un ostensorio, compró una custodia de plata, encargó al platero estellés Manuel Ventura sendas coronas para la Virgen y el Niño (la de éste pasó a Santa Lucía), y, entre otras obras, hizo un coro nuevo, así como el nicho y camarín de la Virgen.

Durante su mandato, en 1770 sufrió un grave acto de gamberrismo que dio origen a un proceso criminal.



Torre construida en el siglo XVIII. Se ignora cómo fue la original.

Por aquellas fechas existía en Estella la costumbre de que las campanas de la ciudad sonaran ininterrumpidamente durante la noche de Todos los Santos.

Aprovechando que el sacristán y un feligrés las tocaban, entre las once y las doce de la noche entró en el templo el mayordomo secular, acompañado de tres personas, y haciéndose dueños del lugar, ante la impotencia del sacristán, vocearon, gritaron y se tendieron sobre las tumbas adoptando posturas indecentes.



La notable diferencia de altura entre la cabecera y la nave, muy poco frecuente en el románico navarro, permite la apertura de un óculo que, siendo de larga tradición en Occidente, sólo se da en iglesias relacionadas con Navarra, como la catedral de Tarragona. Siendo infrecuente en nuestra comunidad, aumenta su rareza el hecho de ser lobulado y estar decorado con cabezas. A mí me recuerda las portadas de San Pedro de Larrúa de Estella, Santiago de Puente la Reina y San Román de Cirauqui.

Desde el púlpito parodiaron la predicación con burlas y chanzas, rompieron objetos, fumaron, bebieron, y con el aceite del templo aderezaron los pimientos que habían llevado, convirtiendo la iglesia en taberna.

Este proceso no sólo da noticia de la costumbre de tañer las campanas durante esa noche, sino que pone de manifiesto que el apodar a la gente goza en Estella de gran antigüedad, pues en tres de los encausados se da su nombre y apodo: Perfiles, Aguachurri y Velasquillo.



De los capiteles interiores, los mejor trabajados corresponden a las semicolumnas de la embocadura del ábside. En sus esquinas exteriores hay dos ménsulas utilizadas como capitel, caso único en Navarra: una con cabeza barbada, y otra con un animal que se está tragando un hombre. Motivo muy utilizado en Tierra Estella en ménsulas que soportan tímpanos. Este hecho, y la ausencia de portada con capiteles en el hastial, hace que algunos autores se pregunten si esas ménsulas son elementos destinados a una portada no ejecutada, o reaprovechados de una portada desaparecida.

La más importante reforma realizada en el templo data de 1742. Año en el que Francisco Ascargota, maestro cantero vecino de Estella, con un coste de  3.403 reales en mano de obra y 1.346 reales en materiales, sustituyó la portada original por la actual, y construyó la torre según traza del albañil estellés Miguel de Albéniz.



Los capiteles en los que apoyan los nervios de las bóvedas tienen motivos vegetales pertenecientes al repertorio tardorrománico, y  alguno presenta trazas propias del primer gótico. Si en el ejemplo anterior hemos visto el aprovechamiento de las ménsulas, en esta fotografía se observa que los capiteles son reaprovechados y no encajan en el soporte en que apoyan. Así, mientras éste tiene forma de arista, los capiteles son de base circular, lo que indica que fueron concebidos para apoyar en columnas y no en pilastras. ¿Cuál puede ser su procedencia? Nadie lo sabe, pero todo indica que su colocación se decidió cuando la construcción de los muros estaba muy avanzada, por lo que deben proceder de otro edificio. ¿Pueden ser del oratorio de los grandimontinos? En este caso habría que atrasar la cronología de la nave.

Jerónimo de Nagusía hizo en 1757 el púlpito, y en 1770 se rehizo el coro, devolviéndolo a su ubicación original, y anulando el que existía detrás del altar, que no dio resultado porque los cantores no veían al celebrante y no podían seguir la misa.



Esta clave, situada a los pies de la nave, ayuda a retrasar su cronología. A mi parecer, el hecho de que la Virgen lleve en su mano una flor de lis, indica una influencia francesa que empieza a darse a partir del momento en que los reinos de Francia y Navarra comparten monarca. Cuando la vi por primera vez, la relacioné con el sello de la Juana I, reina propietaria de Navarra entre 1274 y 1305, y reina consorte de Francia entre 1285 y 1305 al haber casado con Felipe IV el Hermoso.

El 25 de julio de 1794, ante el temor de que cayeran en poder del ejército francés de la Convención, que invadió Navarra, se envió a Tudela la plata de la iglesia, retornándola en octubre del mismo año.

En 1812 se acogió el altar de San Pedro Mártir del convento de Santo Domingo, devolviéndolo al terminar la guerra de la Independencia.

Y en 1838, ante el temor de que fuera confiscada, se llevó al valle de Améscoa la ropa de la iglesia.



La segunda clave, situada sobre el primer tramo destinado a los fieles, representa un Pantocrátor acompañado por los símbolos de los Evangelistas. Su presencia en una clave -y en el mismo tramo- se da también en Irache, lo que no es habitual, pues esta imagen de Dios Padre todopoderoso se suele colocar en lugares más relevantes, como por ejemplo las portadas.

Citada por Pío Baroja en su novela Zalacáin el aventurero, con sermón, y vísperas en las que se daba un refresco, se encendían hogueras y se lanzaban cohetes, la parroquia celebraba las fiestas de San Gregorio Ostiense (tenía una imagen del siglos XIV cuyo destino desconozco), Nuestra Señora del Castillo, la Asunción y Santa Lucía.

Al construirse la variante del Túnel, la nueva carretera absorbió la casa parroquial, quedando el huerto, de 629 metros cuadrados, que se inscribió a favor de la iglesia de San Pedro de Larrúa.



El primer tramo de la nave tiene una clave con una roseta, motivo que también encontramos en Irache. El hecho de enmarcar las claves (círculo, doble ojiva y óvalo) no es muy corriente en esa época, y se fue haciendo habitual con el paso del tiempo. Por todo ello, aunque hay datos contradictorios, son muchos (ménsulas, capiteles, claves) los que ayudan a retrasar la cronología de las bóvedas de la nave, situándola a finales del siglo XIII.

Finalmente, y pasando al costumbrismo, a mediados del siglo XX la iglesia recibía una de las rogativas con las que se imploraban lluvias para los campos.

Pasábamos un buen día. Aún recuerdo el frasco de leche templada y azucarada que me preparaba mi madre -no recuerdo haber tomado leche mejor-, y acompañados de los maestros subíamos cantando: Santa María, bocao de tortilla; San Silvestre, trago de leche...



Muchas de las marcas de cantero que vemos en el templo coinciden con las de San Miguel Arcángel de Estella.

Nota 1: Los religiosos de la Orden de Grandmont, o grandimontinos, fueron fundados en 1076 por San Esteban de Thiers, o de Muret, fallecido en 1124.

Este santo practicó el eremitismo en Calabria, y regresado a Francia se instaló en el monte Muret, muy elevado y fragoso, situado cerca de la población de Grandmont, en la diócesis de Limoges, dando origen a una nueva orden, de inspiración benedictina, que en sus primeros años careció de regla escrita.



Imagen de la Virgen titular del templo, del siglo XIV, que hoy se conserva en la parroquia de San Miguel Arcángel de Estella. En su mano derecha lleva una manzana, mientras el Niño sostiene la bola del mundo.

La nueva orden se erigió en campeona de la vida eremítica integral, viviendo en la pobreza y soledad más extremas, negándose a recibir estipendios por las misas, y evitando la posesión de tierras fuera de los límites de los monasterios.

Apenas mantenía relación con el exterior, y el contacto con los seglares, que no entraban en los conventos, se practicaba a través de una puerta levantada cerca del templo.



Cuando en 1897 se restauró la imagen, ante la protesta de algunos seglares por el "superfluo" coste de 201 pesetas, el párroco de San Pedro de Larrúa replicó que «la reparación se hizo merced al mérito artístico de la imagen, cuyo estilo es idéntico y aún mejor ejecutado que Ntra. Sra. del Puy, y por su historia relacionada con los reyes de Navarra y ser la titular de la única iglesia consagrada en Estella» a la Virgen.

Practicaban un silencio riguroso, su comida era muy austera, y los ayunos muy frecuentes. Vivían separados, a semejanza de los eremitas de Egipto, y sólo se reunían para cantar el oficio divino.

El fundador había querido que los sacerdotes se entregasen totalmente a Dios. Así, para que ellos se dedicaran a los rezos, en la comunidad había hermanos legos conversos (judíos convertidos), o barbudos, que cuidaban los bienes temporales.

Con el tiempo, los conversos, que eran mucho más numerosos que los sacerdotes, llegaron a ejercer sobre éstos un dominio despótico.



Patrona de las modistas, la devoción a Santa Lucía alcanzó tal fuerza, que la iglesia se conocía popularmente como "la basílica de Santa Lucía". La imagen es de 1570, y sobre ella dice Francisco de Eguía y Beaumont en su Historia de Estella escrita en 1644: «porque de la parte de Santa María puede el enemigo darle algún intempestivo rebato (a la ciudad), está allí el ojo de Santa Lucía haciendo centinela».

En 1239 la orden reaccionó eliminando la autoridad de los conversos, y, abandonando la vida eremítica, adoptó normas parecidas a las de los cistercienses.

Además del de Estella, estos monjes tuvieron en España un monasterio en Tudela, y se cree que otro en Málaga.



Crucifijo del siglo XIV, de tamaño natural, que últimamente presidía el absidiolo central del presbiterio de San Pedro de Larrúa de Estella.

Nota 2: El texto de este trabajo está basado, fundamentalmente, en los tomos I y II de la Historia Eclesiástica de Estella, de José Goñi Gaztambide, y en el artículo correspondiente de la Enciclopedia del Románico en Navarra, cuyo autor es Javier Martínez Álava.

marzo de 2010

 

Si desea ser avisado de las novedades del sitio, SUSCRÍBASE.


 
© Javier Hermoso de Mendoza