La espeleología en Tierra Estella.
Cuevas y simas de Urbasa y Andía


Acuandi

Este trabajo está basado, fundamentalmente, en lo que me ha relatado alguno de los protagonistas, y, para la descripción de las cuevas y simas, en los libros publicados por Isaac Santesteban. Puede tener, por tanto, lagunas secundarias y omisiones no deseadas. Pido comprensión por ello. La espeleología en Tierra Estella lleva más de cincuenta años de actividad constante, y por el grupo han pasado infinidad de personas. Es imposible, por tanto, citarlas a todas. Por eso sólo nombro a los pioneros. Hecha esta aclaración, debo decir que este trabajo no hubiera sido posible sin la desinteresada aportación de las fotografías en color (llevaba años buscando material gráfico), obtenidas por los hermanos Carlos, Javi y Miguel Castro Garrués, estelleses por parte de madre, fundadores y miembros del grupo de espeleobuceo Tritón (www.grupotriton.org/web). Para ellos, y para cuantos han hecho posible este trabajo, mi agradecimiento.


Los Cristinos

Hace más de medio siglo que los estelleses, atraídos por el misterio y la belleza que esperaban encontrar en las cuevas y simas que abundan en nuestra tierra, muchas de ellas envueltas en leyendas, con afán explorador y aventurero comenzaron a caminar, reptar y bucear por las entrañas de Urbasa y Andía.

Todo comenzó cuando hacia 1950 vino a hacer la mili a Estella un hijo de guipuzcoano y belga, nacido en los Países Bajos, que, para hacerse cargo de las participaciones que la familia tenía en una papelera de Tolosa (Guipúzcoa), tuvo que regularizar su situación y hacer el servicio militar en España.


Los Cristinos

Félix Ruiz de Arcaute Van der Stuken, que así se llamaba, se formó en Lovaina, y luchó, según decía, en la Resistencia, donde al parecer entró en contacto con Marcel Loubens, uno de los padres de la espeleología francesa, quien lo inició en la exploración del mundo subterráneo, y con el que compartió destino: ambos fallecieron en las profundidades de la sima de la Piedra de San Martín, situada en la frontera franco-española, entre el valle navarro de Roncal y el bearnés de Baretous.

El francés murió, el 15 de agosto de 1952; el belga-español, el 24 de julio de 1971.



En las dos fotografías superiores, Félix Ruiz de Arcaute en plena faena. Debajo, las lápidas que en el exterior de la sima de la Piedra de San Martín los recuerda.

La tragedia surgió cuando a Ruiz de Arcaute, que junto con otro español y dos franceses llevaba varios días explorando la compleja red hidrológica de la sima, al intentar remontar una cascada de 12 metros en el río subterráneo del complejo Lonné-Peyret, de 717 metros de profundidad, se le bloqueó el auto-seguro, quedando agotado en su intento de arreglarlo.



Acuandi

Un compañero que acudió en su ayuda, cayó, rompiéndose los tobillos, y Félix, bajo el agua helada (dos grados), colgado de una cuerda y con los riñones cortados por el arnés, falleció, tras larga agonía, víctima de un fallo cardiaco.

Tenía 43 años, y para sacar su cuerpo, varios equipos, en constante relevo, necesitaron cuatro días con sus correspondientes noches, teniendo que dinamitar varios puntos de la sima.



Acuandi

Ruiz de Arcaute, uno de los mejores espeleólogos de su época, está considerado como uno de los padres de la espeleología española, en la que difundió las técnicas centroeuropeas más avanzadas, y a la que aportó el uso de las escalas metálicas.

A él se debe la máxima El vínculo no es nada; sólo la cadena cuenta. Fue compañero de Loubens y Norbert Casteret en el Club Alpin Français de Grenoble, y, en 1965, uno de los que fundaron l´Assocciation de recherches espéléologiques internacionales à la Pierre-Saint-Martin.



Los Cristinos

Hablando de una expedición anterior, dice de él Isaac Santesteban: Félix es un hombre que en principio sorprende: su simpático y rudo físico pegado a un grueso bigote, su peculiar acento belga-vasco-francés, sus gestos, su expresión y su forma brusca de hablar y decir las cosas, hacen que uno se pregunte en un principio ante qué personaje tan singular se encuentra.

Arcaute parece extremadamente sincero: lo que piensa lo dice; lo que siente lo hace.



Acuandi

Cuando Félix Ruiz de Arcaute llegó al cuartel de Estella, hablando con dificultad un español con fuerte acento francés, hizo amistad con el recluta estellés Eugenio Roa, a quien preguntó por cuevas y simas de la zona.

Sin relación alguna con el espeleologismo, Roa le habló de la Sima de Igúzquiza, y a ella fueron procurando pasar desapercibidos.



Sima de Igúzquiza vista desde el fondo

Lejos de conseguirlo, medio pueblo acudió a la boca de la sima para ver el espectáculo. Cuando Félix subía por la cuerda, accidentalmente se desprendió una piedra que rozó su casco, y él quedó, preocupado, pensando que se la habían tirado los vecinos para castigar su osadía de bajar a donde se decía que había tantos cadáveres despeñados durante la Tercera Guerra Carlista (sobre esta sima, ver detalles en esta Web, en el reportaje La Playa Fluvial).

Después de esa primera experiencia, practicaron rapel y escalada en Peñaguda, y con la incorporación de Serafín Arriaga comenzaron a visitar otras oquedades de escasa dificultad, como Basaura y Los Cristinos.



Los Cristinos

Al crearse en 1951 el Club Montañero de Estella, pronto se formó en su seno una sección de espeleología, en la que, además de los citados, participaron Blas Elcano, José Castejón y Jesús Elcano.

Dos años después, un grupo de pamploneses, entre los que destacaron Santesteban, Echalecu y Peñuela, que desde unos pocos años antes practicaban la espeleología con el nombre de Iturralde (en homenaje a Juan Iturralde y Suit, que a finales del siglo XIX comenzó a estudiar dólmenes y cavidades), se integró en la Institución Príncipe de Viana, de la Diputación Foral de Navarra, formando una sección de espeleología.

A partir de ese momento, con ellos colaboró el grupo estellés, para así poder beneficiarse de los medios y formación que proporcionaba la institución foral.



Los Cristinos

Agotado el primer impulso, el grupo estellés redujo notablemente su actividad. Todo cambió cuando hacia 1960 entró en él otro estellés, Adolfo (Fito) Eraso Romero, el cual le dio nueva vida, y con la incorporación de otros aficionados como Jesús López Navarro, Julián Larumbe López (de él toma nombre el Río Larumbe, uno de los tres en que se divide la parte final de la Sima de San Martín, explorado en 1970) Manolo Trébol Echarri, y Paco Lisarri Gulina, participaron en campañas internacionales, como las que exploraron y cartografiaron la Piedra de San Martín.

Además de esos trabajos, el grupo estellés exploró y cartografió unas 140 cuevas y simas del kars de Urbasa-Andía.



Nacedero del río Ubagua, Riezu.

Otra nueva faceta la introdujo Paco Lisarri, cuando después de haber estado varios años en Venezuela, trajo a Estella el material de buceo que había utilizado en la nación americana.

Ese material, y sus conocimientos técnicos, dieron una nueva dimensión a la actividad del grupo, que a partir de entonces se adentró por los sifones de las cuevas.



Acuandi

Actividad en la que el domingo 29 de agosto de 1982 falleció Félix Aramendía, cuando en compañía de otro estellés, buscando la conexión del nacedero de Ichaco con la cueva de Basaura, intentó forzar un sifón.

Tras avanzar más de 200 metros bajo el agua, y tras hacer volver al compañero en busca de oxígeno, murió ahogado cuando se agotó la reserva de su bombona.



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Urbasa es una formación caliza, con superficie bastante plana y algo cóncava, en la que se han encontrado abundantes restos de talleres líticos, huellas de haber sido habitada durante el Paleolítico, restos de osos de las cavernas en sus tres variedades: Primigenius, Speleus y Artus, así como gran material de Paleontología.

Junto con Andía, conforma un macizo de unos 420 kilómetros cuadrados, a los que hay que sumar los que corresponde a Lóquiz.



Basaura

En ellas abundan las cuevas y simas, entre las que destacan:

Basaura (Lóquiz), en cuyas profundidades corre el río Uyarra, o Seco, que tras entrar en Navarra, procedente de Álava, cual pequeño Guadiana se sumerge en la tierra para aflorar, impetuoso, por el nacedero de Ichaco, que en más de cinco kilómetros ha sido explorado por los espeleólogos estelleses.

Se entra a la cueva por una boca circular, de entre 6 y 8 metros de diámetro, que permite acceder a sus tres pisos.



Acuandi

Por el primero circula el agua durante la época húmeda, existiendo una columna de presión de 15 metros de agua.

El segundo piso, que es el de la actual entrada, sólo circula el agua en las grandes avenidas, llegando a rebosar por la boca de la cueva.

Por el tercero, formado por grandes galerías, no circula el agua, y en una de ellas, de unos 50 metros de larga, se localizaron pinturas rupestres cuando en 1965 se fotografió una colonia de murciélagos.



Los Cristinos

Sima del Roble (próxima a la divisoria Urbasa-Andía):

Cavidad vertical de 86 metros al fondo de una dolina de grandes proporciones situada en la parte más baja del polje de Zalbide.



Acuandi

Tiene relación directa con el manantial de Ubagua, situado a 16 kilómetros de distancia en línea recta, y en época de fuertes lluvias el río subterráneo que corre por su interior remonta 125 metros y se desborda en superficie formando un embalse de varios kilómetros cuadrados.

Una vez descendida la vertical, una galería de techo bajo hacia el Norte lleva al lecho de un río subterráneo de fuerte corriente que desaparece por un conducto estrecho e impenetrable. En periodo de extrema sequía, lleva un caudal de unos 70 litros por segundo.



Acuandi

Hacia el S.E. parte una galería muy alta, abocinada, que a través de otra más baja lleva a un cruce de galerías.

La de la derecha desemboca en una chimenea de altura desconocida, de la que irradian galerías secundarias, y que, se supone, comunica con una dolina.



Acuandi

La de la izquierda desemboca en una gran galería, de 65 metros de longitud por 5 de ancho y otros tantos de alto, que se prolonga a través de otras galerías hasta llegar al fondo de la cueva, situado a unos 480 metros y a 30 de desnivel desde el pie de la vertical.

No hay en ella coladas ni estalagmitas, y se cree que está comunicada con la sima Chimúa, de la que, al parecer, procede su agua.



Los Cristinos

En el nacedero del Ubagua, a la piscina de captación sigue una sala de unos 5 metros de fondo y unos 12 metros de larga, con gran acúmulo de cantos rodados, que apenas tiene continuidad practicable.

Los hermanos Castro Garrués, a quienes debo las fotografías en color, realizaron un recorrido de unos 100 metros, con un desnivel de unos 10, por la galería inundada del fondo.



Acuandi

Chimúa (próxima a la divisoria Urbasa-Andía, y al pie de la calzada romana que comunicaba la Barranca con Tierra Estella). De ella espero poder tener fotos más adelante.

Descubierta para la espeleología en 1951, tiene su gran boca a unos 250 metros de altitud sobre la sima del Roble.

Se accede a su interior por una chimenea vertical de 18 metros, con recorrido de más de 500 en pendiente descendente de 45 grados, al fondo de la cual existe una sala de grandes proporciones (100 x 40 metros), con un lago en su interior (45 x 22 en época seca), que se prolonga por otra gran cavidad, sin formaciones calcáreas, con un desnivel total de 100 metros.



Acuandi

Posee grandes formaciones de estalactitas y estalagmitas, de las que dice Isaac Santesteban: no estamos acostumbrados al tamaño de estas estalagmitas, algunas de las cuales forman columnas que se unen con la bóveda a más de 25 metros de altura (y entre 7 y 10 metros de diámetro).

Sacamos fotografía de una de ellas que tiene la forma de una persona, estilo de fantasma de unos 8 metros de alta. Nuestro comentario es que nos encontramos ante un mundo maravilloso: el suelo y paredes se encuentra tapizado por unas verdaderas coladas estalagmíticas, proyectando sus cristales de calcita la luz de nuestras linternas.

Continuamos nuestro descenso para dar inmediatamente con un gran lago de unos 30 metros de largo por 20 de ancho, que atravesamos. Seguimos por la ladera opuesta, y remontamos una gran colada estalagmítica como de unos 100 metros de largo por 35 metros de desnivel.



En el conjunto de grandes estalagmitas que se ven en centro de la fotografía, la de la izquierda, que los primeros espeleólogos que la vieron compararon con un "mono", es la que da nombre a la sima: Chimua. En la de la derecha se aprecia algo parecido a un ojo y una boca, por lo que en ella podríamos ver un gnomo.

Respecto a Chimúa, una de sus grandes estalagmitas tiene forma antropomorfa, de la que deriva el nombre de la cueva: chimua = simio en euskera.

El acceso a la cavidad presenta cierta dificultad (un pozo vertical de casi 30 metros) y después hay que progresar por una galería muy inclinada llena de bloques instables. En el fondo de la cavidad se encuentra un lago (completamente seco a finales de octubre de 2010) y unas formaciones espectaculares de gran tamaño.

El mono y el lago están a unos cien metros de profundidad con respecto a la superficie. Y la sala es impresionante, tanto por sus dimensiones como por la formaciones y diversos espeleotemas.


Otra fotografía del "mono". Como bien dice mi comunicante y propietario de las fotos, se parece más a uno de esos seres fantásticos que se ven en películas de aventuras, como "En busca del Arca" o "La Momia".

Hace décadas que el espeleógo Isaac Santesteban la consideró apropiada para la visita turística, para lo que, en su opinión, se necesitaría una escalera de caracol para llegar a la base de la vertical; habilitar un recorrido en zigzag para sortear unos 100 metros de desnivel, y balizar 500 metros de recorrido.

Preguntado Carlos Castro Garrués (espeleólogo de la Grupo de Espeleobuceo Tritón que me ha proporcionado las fotos) sobre el tema, es de parecida opinión, aunque la vertical bien podría salvarse por algún medio más cómodo, como puede ser un ascensor.



Acuandi

Acuandi (Urbasa, al norte de Aranarache):

De boca pequeña, después de dos pasos estrechos se llega a una amplia galería, con un lago en medio, donde abundan las estalactitas y estalagmitas.

Es una sima que, con poco gasto, puede ser habilitada para la visita turística.



Los Cristinos

Los Cristinos u Ostolece (Urbasa, al norte de Larraona):

Tiene la boca al fondo de una dolina, y por ella se accede a una sala de 30 por 15 metros por la que circula una corriente de agua. Continúa por una estrecha galería, que conduce a otra sala mayor con un lago en el centro.

Su fácil acceso ha propiciado que muchas de sus estalactitas y estalagmitas estén destrozadas, a pesar de lo cual conserva una gran belleza que la hace apta para ser turísticamente visitable.



Los Cristinos

Nota sobre el Grupo de Espeleobuceo Tritón: Un grupo de pamploneses que venían practicando el alpinismo, el espeleogísmo y la inmersión con escafranda autónoma, animados por haber realizado la primera inmersión bajo hielo de España y haber protagonizado un exitoso rescate, creó en 1987 la Agrupación Deportiva Tritón. En los años siguientes, contando con el apoyo de Gobierno de Navarra, realizaron exploraciones y levantamientos topográficos de los más importantes manantiales navarros, así como de los sifones terminales de algunas cuevas. En 2002, con la incorporación de nuevos miembros, el grupo inicial pasa a denominarse Grupo de Espeleobuceo Tritón.


La Catedral, que debe el nombre a sus grandes oquedades.

Durante estos tres últimos años se han dedicado, preferentemente, a la exploración profunda, la topografía digital en tres dimensiones, pionera en España, y la plasmación en vídeo y fotografía de los más importantes manantiales y cuevas de Navarra, de lo que son buena prueba las imágenes que acompañan este reportaje. Entre sus logros cuentan con la segunda inmersión nacional más profunda realizada en cueva, habiendo contribuido decisívamente al establecimiento del actual récord de España de profundidad en espeleobuceo.

noviembre 2009 - octubre 2010

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© Javier Hermoso de Mendoza